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Aunque
fue Inti (Sol en quechua) el generador de la vida para cientos de
generaciones de indígenas de América, el Creador, o bien, el Dios
absoluto, era llamado Viracocha, en el mundo andino.
Cuando los españoles llegaron a Cusco, embriagados por las toneladas de
oro que arrebataron en Cajamarca valiéndose de un engaño, fueron
inicialmente acogidos como liberadores, pues habían matado al repudiado
Atahualpa y, por consiguiente, parecían haberse alineado a favor del
difunto Huáscar.
Cuando entraron al palacio del Coricancha, quedaron extasiados al ver
tanta magnificencia y riqueza, pero no sabían que los tres objetos más
importantes de todos, dos de los cuales representaban a Viracocha, la
suprema divinidad, ya se los habían llevado. Se trataba de la cadena de oro de Huáscar (que ilustraba a la serpiente bicéfala o Yawirka), el gran disco solar de oro
(en cuyo centro estaba el rostro de Viracocha) y una estatua
antropomorfa (la cual también simbolizaba al Dios andino, llamada
Punchau).
Cuando, aproximadamente veinte años después, el erudito español Cieza de León llegó a las ruinas de Tiahuanaco,
los ancianos Aymará de la zona le describieron a su Dios como un
magnífico héroe civilizador, creador y reformador del mundo, cuyo nombre
era Viracocha.
Los escritores españoles posteriores a Cieza de León, como Juan Diez de
Betanzos y Sarmiento de Gamboa, quienes reconstruyeron las leyendas
andinas después de haber pasado años conversando con los ancianos del
altiplano, en las orillas del Titicaca, el lago navegable más alto de la
Tierra, describieron a Viracocha como un ser antropomorfo que apareció
en la isla del Sol (lago Titicaca) durante la época del Purun Pacha (el
silencio después de la tempestad).
El mito sugiere que, en aquel período, sólo el alma del jaguar (Titi en
aymara), dominaba los inmensos valles andinos, pero Viracocha se
manifestó en la isla del Sol. Era alto, robusto, blanco, con abundante
cabello rubio y barbado; había venido para restablecer el orden, crear,
regenerar y civilizar; tenía inmensos poderes: podía hacer llover,
allanar las montañas, desviar los ríos; creó el cielo y la Tierra, luego
dio origen a los gigantes, llamados Waris Runa (cuyo progenitor,
llamado Pirua, dio su nombre a Perú entero), a quienes ordenó adorar al
Wari, un ser mítico con cuerpo de macrauchenia (un enorme mamífero que
existió, parecido a un caballo arcaico), hocico de felino (Titi) y alas
de cóndor. Así, los gigantes erigieron los primeros templos para la
adoración de Viracocha, de Wari y del Sol (Willka, en aymara).
Según las creencias recopiladas por Sarmiento de Gamboa, los gigantes
fueron irrespetuosos con Viracocha, quien se vengó desencadenando el
diluvio universal (Uno Pachaci).
Según Blas Valera,
el nombre prístino de Dios era Illa Tiki, que en aymara significaría
“luz original”. El nombre Viracocha, en cambio, le sería atribuido sólo
posteriormente, cuando desapareció en el mar de Tumbes (Vira, espuma;
cocha, espejo de agua).
Después del diluvio, el Creador dividió el mundo en cuatro partes y
forjó los seres humanos, a quienes separó en cuatro pueblos que se
repartieron desde el centro, o bien, del Titicaca (Titi, jaguar; Kaka,
pez). Sus tres discípulos, que tuvieron la tarea de crear los animales,
las plantas y las flores, se llamaron Manco (legislador), Colla y Tokay.
Entonces la leyenda narra que Viracocha emprendió un viaje en dirección
noroeste. Apenas llegó al sitio de Raqchi, sufrió la afrenta de sus
habitantes, que se negaron a escucharlo y lo echaron, arrojándole
piedras. Viracocha se vengó haciendo llover fuego sobre Raqchi,
calcinando a toda la población. (En la era incaica, en Raqchi fue
erigido después un grandioso templo dedicado a Viracocha, también éste
saqueado por los españoles, quienes buscaban el Punchau).
El camino de Viracocha continuó hacia el noreste y llegó a donde hoy
surge el Cusco; luego prosiguió un camino rectilíneo hasta llegar al mar
en los alrededores de Tumbes. En aquellas playas, donde lo aguardaban
sus discípulos, Viracocha caminó sobre las aguas y se alejó con sus
secuaces en la inmensidad del océano. Desde aquel momento fue llamado
precisamente Viracocha, o bien, espuma del océano.
La leyenda de Viracocha desencadenó, en el curso de los últimos
decenios, los más intensos debates entre los historiadores. Algunos
llegaron incluso a sostener que el Dios andino no era otro que Jehová,
que terminaba la creación del Nuevo Mundo. Otros, que utilizaron el
extenso nombre Kon Tiki Illa Viracocha, aseveraron que fue simplemente
el “Creador del mundo”.
¿Quién era realmente Viracocha? ¿Quizás un hombre, dotado de poderes
mágicos y estimado por sus secuaces como el Dios Absoluto? ¿O tal vez un
hombre, dotado de poderes sobrenaturales que, como Jesús, era
considerado el hijo de Dios? ¿Es verosímil la tesis de algunos
estudiosos que juzgan incluso a Viracocha como un descendiente de
pueblos nórdicos que llegó por accidente al lago Titicaca?
La estudiosa de mitología andina María Scholten (1926-2007), en su libro
La ruta de Viracocha (1977), fue quien sostuvo que, durante su viaje,
Viracocha erigió los cimientos de futuras ciudades que posteriormente
fueron construidas. Esta especialista comprobó la existencia de una gran
cruz cuadrada (chacana), cuyo centro estaba fijado inicialmente en
Tihuanaco y despues en el Cusco.
El diseño geométrico estaba dividido a la mitad por una línea que
formaba un ángulo de 45 grados respecto al ecuador. Dicha línea, llamada
Capac Ñan, fue justamente el camino recorrido por Viracocha.
Scholten (quien basaba sus investigaciones en el libro de 1613 Relación
de antigüedades deste Reino del Perú, del escritor indígena Santa Cruz
Pachacutic Yamqui Salcamayhua), verificó que Tiahuanaco, Copacabana, Pukara, Raqchi, Cusco (Sacsayhuaman), Ollantaytambo, Machu Picchu,
Vitcos y Cajamarca son todos sitios arqueológicos “alineados” según el
recorrido hecho por Viracocha, una línea que une Tiahuanaco con Tumbes.
Cabe notar que la línea perpendicular al “camino de Viracocha”, la que
se divide desde Tiahuanaco hacia el noreste, toca el océano Atlántico en
la isla de Marajó, estuario del Río Amazonas. ¿Tal vez fue el lugar donde Viracocha llegó a Suramérica?
Según el investigador boliviano Freddy Arce, la cruz cuadrada tendría su
centro en Tiahuanaco y su estudio sería importante para reconocer la
ubicación del Paititi, que correspondería, en su interpretación personal, al vértice de noreste.
Parece que, al considerar estos cuadrados formados a su vez por otros
pequeños cuadrados, María Scholten dio particular relevancia a las
diagonales. En su artículo La ruta de Viracocha, Freddy Arce señala que
la palabra “diagonal” se traduce por Chekhalluwa, que también significa
verdad en quechua.
En efecto, cualquiera que sea el verdadero origen de Viracocha, es muy
extraño que muchos sitios arqueológicos del antiguo mundo andino estén
alineados de manera tan misteriosa.
YURI LEVERATTO
Copyright 2011
Se puede reproducir este artículo indicando claramente el nombre del autor y la fuente www.yurileveratto.com
Se agradece al antropólogo e investigador Freddy Arce de La Paz por las informaciones sobre la ruta de Viracocha.
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